Los aventureros llevan cabalgando toda la noche, perseguidos por la incansable tormenta de arena y los engendros que la habitan. Al amanecer llegan al Pedregal de las urnas, donde se disponen a descansar y reponer fuerzas, ya que la tormenta parece haber desaparecido con los primeros rayos de sol.
Deciden guarecerse del sol extremo del desierto en un improvisado campamento a la sombra de un panteón en ruinas. Echan a suertes quién volverá al oasis del djinn a por víveres y agua.
El resto del día transcurre sin inconvenientes. Un par de aventureros ha tomado todos los camellos y los pocos soles de oro de los que disponen y antes del atardecer se encuentran en el oasis. La estampa que descubren es desoladora. No queda ni una sola haima en pie. La muralla se ha derrumbado en algunos puntos y un tercio de la población del oasis parece estar herida, el resto ha fallecido y está amontonada junto a grandes piras a la espera de ser incinerada para evitar que se conviertan en engendros de las arenas.
Tardan algún tiempo en encontrar a Salah, que solo adolece de algunas contusiones y rasguños. Su viejo amigo les advierte que el consejo de mercaderes les ha echado la culpa de todo lo sucedido en el oasis y que ha puesto precio a sus cabezas. Pueden recoger agua directamente del oasis, en pellejos que les proporciona Salah quien ademas realiza las gestiones necesarias para proporcionarles víveres y avituallamiento, pero el enano les pide que desaparezcan durante un tiempo. No es bueno para los negocios que le relacionen con unos proscritos. Una vez tienen todo lo que necesitan, dan las gracias a Salah y parten de nuevo en dirección al pedregal de las urnas.
Mientras tanto el resto de aventureros que descansa en el Pedregal llega a una conclusión. Abdel ben Sufí está relacionado con las llaves y la maldición, ya que la tormenta de arena le persigue, ergo debe tratarse de un descendiente de Abdel Si ben , si no se trata del mismísimo Sultán loco, causante de la plaga. Cuando cae la noche se levanta de nuevo la tormenta, pero las arenas no logran adentrarse en el pedregal. La tormenta engulle las ruinas mortuorias y los aventureros descubren que las arenas forman extrañas espiras y tejados sobre el pedregal, como si la antigua ciudad aun se alzase sobre las ruinas, solo que hecha completamente de arena. desgraciadamente los engendros si que pueden adentrarse en el pedregal, por lo que los aventureros deciden hacerse fuertes en el interior de un mausoleo. Gran parte de la noche se centra en un agotador combate contra los engendros que tratan de penetrar en el mausoleo. Todo se precipita cuando un colosal portador de la plaga derriba las puertas del mausoleo obligándoles a adentrarse en su interior.
Poco después quedan atrapados en el interior del mausoleo al derrumbarse las escaleras que daban acceso a los subterráneos y las catacumbas. Los engendros siguen fuera, intentando entrar mientras que los aventureros exploran las catacumbas donde descubren una salida al río subterráneo en una puerta secreta, protegida por un pesado golem. La actuación conjunta de todos permite atrapar al golem en la puerta secreta y destruirlo.
Una vez se hace de día salen al exterior por otras catacumbas con entrada al río subterráneo, para descubrir que no hay ni rastro de los engendros y que sus compañeros están llegando con el agua y las provisiones del oasis del Djinn.
Abdel Ben Sufí puede llevarles hasta la siguiente llave, que según les comunica se encuentra a dos días hacia el norte, en pleno desierto. Dicho esto comienzan el viaje aunque tras pocos metros el extraño marinero se convierte en humo ante sus ojos ¿ Qué le ha podido pasar a Abdel?
No hay comentarios:
Publicar un comentario