Han pasado casi cuatro semanas desde el desastre de Nuln. Durante este tiempo los personajes se han dedicado a gastarse el dinero en banquetes y fiestas. No han podido encontrar ningún otro encargo ya que la guardia de la ciudad se ha tomado muy en serio su trabajo desde entonces con lo que los únicos trabajos disponibles han sido de cantero, constructor o transportista.
Hanford tiene la solución. Un conocido suyo de Aldorf tiene unos contactos en Talabheim que podrían colocarlos en el negocio del contrabando. Al parecer han capturado a los contrabandistas y necesita unos nuevos.
Los personajes deciden probar suerte en Talabheim ya que lo único que han sacado de Nuln es una pequeña recompensa y un puñado de monedas con el símbolo de Tzeentch encontradas en las alcantarillas de la ciudad en un templo oculto.
Parten de Nuln hacia Kemperbad y desde allí siguiendo el curso del Stir hasta el camino de Talabecland.
En Kemperbad mientras descansan conocen a un cazador de brujas llamado Kane que les intenta contratar como apoyo para limpiar una plaga de hombres bestia que huidos del Drakwald asola estas tierras. Los personajes dan largas al cazador de brujas y huyen de el ya que no quieren que descubra la piedra bruja y las monedas de tzeentch que llevan encima.
Atravesando el bosque hasta el camino se encuentran con algunos hombres bestia que por culpa de las monedas a punto están de suponer un problema serio. Así que una vez están a salvo entierran las peligrosas monedas en el camino.
una vez en el camino en dirección norte comienza a hacer mas frío a medida que van caminando hasta el punto de llegar algunos al borde de la congelación.
Por fortuna al atardecer encuentran un pequeño pueblo congelado llamado Haerendel donde pueden entrar en calor.
En el pueblo se reunen con el alcalde en funciones Hans, que les cuenta que lo ocurrido es culpa de una malvada bruja que ha maldecido el pueblo. Han enviado emisarios a pedir ayuda pero no saben si habrán llegado a su destino. La alcaldesa Anna, su prometida se encuentra enferma al borde de la congelación solo capturando a la bruja y quemándola en el pueblo puede acabarse con la maldición. Hans les ofrece todo el dinero de las arcas de Haerendel si pueden ayudarle a recuperar a su prometida.
Atraídos por la recompensan aceptan el trabajo y protegidos con gruesas pieles se dirigen al bosque para buscar a la bruja. Deciden dirigirse a la zona mas fría, que es sin duda donde se encuentra su cubil.
Por el camino se encuentran con una manada de lobos hambrientos, pero la mayoría de ellos cae en una trampa explosiva que han dejado los personajes para huir de ellos.
Al anochecer encuentran un palacio de hielo construido con el agua del río congelado, sin duda han encontrado el palacio de la bruja.
Una sinuosa escalera de hielo conduce hasta la entrada pero un enorme troll de hielo la protege, aunque no es rival para los personajes que acaban decapitándolo e incinerándolo.
Dentro del palacio descubren a una hermosa joven con la marca de Tzeentch en forma de copos de nieve en sus manos. La Bruja dice llamarse Elsa y les conmina a abandonar el palacio si no quieren perecer. Los personajes le informan de que por su culpa Haerendel está congelado y que la alcaldesa Anna esta moribunda.
La bruja de hielo parece sorprendida y abatida y promete que jamas haría daño a Haerendel su pueblo y a Anna su hermana, pero que no puede hacer nada para evitar lo que ha pasado.
El mago del grupo que había ocultado una de las monedas de Tzeentch convence a la bruja de que el dios del cambio les ha enviado a ellos como emisarios, que ella debe emigrar a Kislev, donde la necesitan. la bruja toma la moneda y acepta marcharse con lo que la maldición del hielo poco a poco va fundiéndose sobre la hierba.
Cuando llegan de vuelta a Haerendel los habitantes les reciben como héroes. Hans por otra parte parece decepcionado, su prometida no mejora. Los personajes en contra de la voluntad del alcalde en funciones tratan a Anna y descubren que ha sido envenenada. Culpan a Hans de oportunista y de haber envenenado a la alcaldesa, además descubren que las arcas del ayuntamiento están medio vacías, al parecer los emisarios que enviaba eran en realidad ladrones que escapaban con el botín. Una cosa lleva a la otra y el pueblo se convierte en una turba descontrolada que acaba por quemar a Hans en una hoguera culpabilizándolo de lo ocurrido. Los personajes recogen lo poco que ha quedado en las Arcas y parten camino a Talabheim dejando alcalde en funciones carbonizado y aun humeante.
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